La antigua ciudad de Efeso es la joya de la corona de los yacimientos arqueológicos de Turquía. Sus ruinas constituyen un atractivo turístico de primer orden. Se encuentra al lado de Selcuk, en la costa oeste de Turquía, a unos 70 kilómetros al sur de Izmir.
Se fundó en el siglo XIII a.C., y hacia finales del siglo I a.C., se había convertido en unos de los principales puertos del Egeo, con una población de más de 300.000 personas. En tiempos del emperador César Augusto fue la capital de la Asia romana, pero a medida que los sedimentos se fueron acumulando en el puerto, la ciudad entró en decadencia y finalmente fue abandonada.
Sin duda alguna éste es el motivo por el que está tan bien conservada, ya que pese a todas las guerras que tuvieron lugar a su alrededor, no había ningún interés en saquear una ciudad abandonada.
Hace falta un día entero para ver todo el yacimiento de Efeso. En la parte superior de la Avenida de Mármol, un camino pavimentado con mármol y erosionado por las ruedas de las cuadrigas, se encuentra la restaurada biblioteca de dos plantas de Celcus. Construida en el año 135, posee una hermosa fachada con columnas y un interior intrincadamente esculpido.
Aún se pueden ver rollos de papiro en la sala de lectura, al otro lado del patio. La biblioteca se halla al lado de una gran plaza en la que los edificios se construyeron alrededor de un reloj de agua.
Al estadio de siglo I se accede a través de un enorme arco abovedado, lo suficientemente grande para permitir que pasaran caballos y cuadrigas. En la pista de 217 metros, se celebraban carreras y los gladiadores luchaban a muerte ante unas 70.000 personas.
Además, la vía Arcadiana lleva desde el puerto al teatro, que tiene el monte Pión a sus espaldas. Sus 66 hileras de asientos, que podían acoger a 25.000 espectadores, están excavadas en la montaña. Asimismo, el templo de Artemisa, una de las siete Maravillas del Mundo Antiguo, quedó destruido hace siglos. De la última versión del mismo sólo queda una única columna.
Foto vía Viaje a Turquía
