Gubbio, la belleza de la Italia interior

Gubbio es una ciudad de la región de  Umbría, en la provincia de Perugia, en el centro de Italia. Se encuentra a los pies del monte Ingino y está bañada por el río Camignano. Gubbio es famosa por las tablas Iguvinas, el texto existente más largo en umbro antiguo. Además, hay que visitar el Palazzo dei Consoli, el Museo Municipal, la iglesia de San Francesco, el monte Cucco y el valle di Spoleto.

El centro histórico de Gubbio es un curso intensivo sobre arquitectura medieval. Se trat de una ciudad de austeridad gótica y calles estrechas de piedra gris oscura, creada para defender la riqueza y el poder adquiridos como ciudad-estado.

Los romanos construyeron el segundo teatro más grande del Imperio justo a las afueras de la muralla. Dentro de ellas, el número de casas de mercaderes y su riqueza son tan estimulantes como la catedral del siglo XII con sus impresionante roseta y sus símbolos de los evangelistas, o el Palazzo Ducale, construido en 1470, con las florituras más extravagantes que podían realizar los artesanos del final de la Edad Media para mostrar la grandeza y el estatus de Federico Ii de Montefeltro, el último conquistador de Gubbio.

Por otro lado, en Gubbio se encuentran las tablas Iguvinas, una serie de tablillas de bronce que forman el texto más largo existente del idioma umbro. Se hallan en el enorme Palazzo dei Consoli, de principios del siglo XIV, todo u ejemplo de la prosperidad de Gubbio en la Edad Media.

Entre otros tesoros de la ciudad sobresalen la basílica de Sant’Ubaldo, un mausoleo romano, la iglesia de finales del siglo XIII de San Francisco, Santa María Nuova, y el palacio y la torre Gabrielli.

Por último, cada 15 de mayo se celebra el palio de la ciudad, la Corsa dei Ceri. Tres equipos consagrados a santos, cada uno cargado con una estatua en un pedestal octogonal de 400 kilogramos de peso y 5 metros de ato, corren desd el Palazzo dei Consoli hasta la basílica de Sant’Ubaldo.

Los equipos llevan trajes distintivos compuestos de túnicas amarillas, azules o negras, pantalones balancos, y cinturones y cintillas rojas. Una estridente muchedumbre de aficionados, apoyando su propio distrito, sigue la carrera. Se trata de uno de los mejores ejemplos del folclore popular vivo italiano.

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