La fama de Barcelona, capital de Cataluña (España), como ciudad playera está totalmente justificada, pero también creada de manera artificial: durante el invierno se va llevando la arena de las playas de la ciudad y el Ajuntament se ve obligado a reponerla de forma inmediata.
Partiendo del sudoeste de Barcelona se halla la Platja de Sant Miquel, que por las tardes se convierte en un playa nudista (con bastante concurrencia gay) muy relajada. Por otra parte, la Platja de Sant Sebastia y la de la Barceloneta resultan más familiares.
Además, las cinco playas del nordeste arrancan en el Port Olímpic (partiendo de la Platja de Nova Icaria), cuentan con una buena arena y sus aguas están bastante limpias en todo momento. Todas ellas disponen de chiringuitos y bares de playa donde se sirven bebidas y algo para comer; abren hasta la 1.00 desde Semana Santa al mes de octubre.
Una alternativa son las playas de fuera de la ciudad. Hacia el nordeste, el tren que lleva hasta Blanes recorre arias playas a lo largo de la costa del Maresme. Algunas presentan un carácter urbano, pero otras están más aisladas. La arena es mejor y el agua es más transparente que en las playas de Barcelona.
Continuando hacia el norte se llega hasta la Costa Brava, más accesible si se va en vehículo propio. En este luga , las playas y las calas cumplirán netamente las expectativas del vaijero.
Por último, al sureste se halla la costa del Garraf y la Costa Dourada, con amplias playas más bien llanas y, a medida que se baja hacia el sur, se incrementan las posiblidades de tiempo soleado. Se puede llegar en tren a todas las playas, salvo las de Torredembarra, Platja de’Altafulla y Cala de la Mora, a las que sólo se puede acceder en transporte privado.
Foto vía Absolut Barcelona