La plaza de la Madeleine, una belleza parisina

En París, existen numerosos iconos que visitar y disfrutar. Se trata de una ciudad tan bonita y turística que conviene hacerse una lista con sitios que visitar de forma ineludible. Uno de ellos debe ser la plaza de la Madeleine.

En el Medievo, este lugar no era más que un terreno pantanoso que fue donado al arzobispo para que lo explotara. Poco a poco se fue desecando la marisma y las tierras comenzaron a dar sus primeros frutos.

A establecerse los primeros habitantes, se erigió una iglesia, en el año 1492, dedicada a Santa Magdalena, Santa María y San Lázaro. En el siglo XVII, el templo ya no bastaba para satisfacer la demanda de la clientela y se tuvo  que ampliar.

En la actualidad, la plaza de la Madeleine es uno de los principales centros de los comercios de alimentación de lujo con un pintoresco mercado de flores junto al cual destaca las Toilettes, una curiosa construcción modernista de 1905. Además, hay que fijarse en la impresionante iglesia de la Madeleine.

Este templo es  una gigantesca iglesia a imagen y semejanza de los templos romanos griegos que se levantó  para honrar a una santa de vocación pecadora. Las obras se iniciaron  en 1763 y después de  varias peripecias se concluyeron en 1845.

La entrada a la iglesia está precedida de un peristilo con columnas que alcanza casi los veinte metros de altura. La puerta de bronce que da acceso al interior está decorada con escenas del Antiguo Testamento. Una vez en el interior sobresale  sus tres cúpulas y los frescos de todo el santoral cristiano; incluyendo a Napoleón, coronado por Pío VII.

Por otro lado, en la place de la Madeleine se pueden visitar otros lugares como la Casa Fauchon, la tienda más elegante en cuestión de alimentación de París  que vende productos exóticos de todo el mundo; la Maison de la Truffe que vende las mejores trufas de la ciudad francesa; la casa de la Dama de la Camelias donde murió en 1847 la protagonista de la conocida novela de Dumas (hijo) , “La dama de las Camelias”; y la casa de Marcel Proust, la vivienda donde pasó su infancia.

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