La Capilla del King’s College en Cambridge

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Con tan solo 19 años, el rey Enrique VI fundo el King’s College y le encargó al arquitecto Reginald Ely que diseñara una magnífica capilla. Empezaron a construirla en 1446 y siguiern durante sesenta años, con dos arquitectos más y la financiación de los reyes Eduardo IV, Ricardo III, Enrique VII y Enrique VIII.

El resultado es una capilla de una belleza sin parangón, con enormes contrafuertes de piedra de un color pálido y torres en las esquinas que se ven desde kilómetros a la redonda en las tierras llanas de Cambridgeshire. El exterior es impresionista; sin embargo, el majestuoso interior de la capilla es lo que te deja boquiabierto.

El techo de piedra tallado se sostiene en el aire, aparentemente ingrávido. Su impresionante bóveda de abanico llevó a Christopoher Wren a afirmar que construiría una parecida si algún hombre le pudiea decir donde colocar la primera piedra.

La antecapilla está separada del coro por una mampara de roble tallada (regalo de Enrique VIII), y la capilla está llena de emblemas de los Tudor: rosas, rastrillos y flores de lis con coronas. Los rayos fluyen a través de las espectaculares vidrieras, que datan en su mayoría del siglo XVI y que describen historias del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Asimismo, es la música lo que hace que la capilla conmueva el espíritu de una forma única. La música era una parte integral de los estatutos del fundador, que dejó espacio para un coro de seis ayudantes adultos y dieciséis niños coristas.

Medio siglo después, el coro de King’s College es famoso en todo el mundo: las voces de los estudiantes universitarios y los niños producen un sonido de una claridad y una pureza maravillosas. La misa con villancicos de Nochebuena se retransmite en todo el mundo, pero el oficio de vísperas de la tarde que se celebra cada día es igual de bonito.

Foto vía La Comunidad El Pais

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