Valencia de Alcántara es una bella ciudad situada al suroeste de la provincia de Cacéres (Extremadura) y solamente a 12 kilómetros de la frontera con Portugal. Esta villa es conocida por su importante patrimonio megalítico, sobre todo, por los numerosos dólmenes encontrados en sus alrededores, que la convierten en el conjunto dolménico más importante de Europa.

Este conjunto dolménico ha sido declarado bien de interés cultural y se puede visitar a través de rutas señalizadas. Los dólmenes mejor conservados son Las Tápias I (formado por siete lajas de granito)  y Tapada del Anta I (con un pequeo corredor).

Enclavada en una zona con un enorme atractivo natural, en las estribacionse de la sierra de San Pedro, ha sido calificada por algunos escritores como la «Suiza extremeña».

La visita a Valencia de Alcántara se puede iniciar en la plaza de la Constitución, que se halla presidida por la fachada porticada del Ayuntamiento. Construido durante el reinado de Felipe II y reconstruido en 1965, posee un pórtico sustentado por 11 columnas.

Frente a él se alza la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, de fachada gótica e interior renacentista, donde destaca su púlpito poligonal en piedra y su gran pila bautismal.

Desde este lugar se puede iniciar el recorrido por las calles del barrio gótico-judío, donde abundan las casas encaladas con portadas ojivales o adinteladas en piedra, junto con preciosas ventanas que le otorgan un aspecto medieval.

Protegiendo este conjunto hubo un recinto amurallado del que hoy sólo quedan algunos restos, como la puerta de las Huertas, y completando el conjunto fortificado se halla un castillo de origen árabe. Solo se conserva de la construcción orignal la torre del homenaje, integrada en el conjunto que forma parte el templo arciprestal de Nuestra Señora de Rocamador (siglo XVI).

Ente templo sobresalen su fachada neoclásica, una torre herreriana, las bovedas gótica de crucería y el retablo en madera labrada original de Churriguera. Atesora el famoso Cristo de las Batallas, obra de Berruguete y también una tabla de Divino de Morales.

También merecen una visita el convento de Santa Clara y el convento de San Francisco. Por último, conviene acercarse en la salida de la villa a contemplar el puente romano, bastante reformado, de un solo ojo.

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